viernes, 19 de diciembre de 2008

El tema de moda

El tema de moda

INSEGURIDAD : SICOSIS y REALIDAD.

Tres segundos dura el lapso entre prender el televisor y encontrar a alguien hablando supuestamente de lo terrorifica que esta la calle, de la sangre que caen en las alcantarillas, de que ya no se ve a nadie en las veredas, que las plazas estan vacias y que cada hogar se convirtió en la trinchera anti-pibe chorro, anti-villero.
Escuche a “prestigiosos periodistas” decir que hay que vivir con miedo y a la expectativa de que te roben las 24 horas para vivir seguros, y plantear cuales serian algunas de las soluciones, entre ellas estaban: empezar a mandar a los pibes de 14 años a sierra chica, alambrar, amurallar, rastrillar, torturar y encerrar a la gente de las villas, aunque es algo que nunca se dejo de hacer pero como ahora tenemos que tener cuidado que venga un negro y nos robe algo material hay que aumentar ese trabajo que por supuesto tiene que estar a cargo de nuestros compasivos y hermosos protectores: la policia…
Señores medios de comunicación: MIENTEN, MIENTEN, MIENTEN.
Analizemos humanamente esta situación que nosotros mismos creamos y en primer lugar me gustaría tener como primer argumento algunas estadísticas. Gracias al boca en boca aca adentro pude comprobar fehacientemente que el 99% de los pibes que estamos tras las rejas vivimos en alguna villa o en algún barrio de clase media pero en una casa bien humilde (aclaro que el uno por ciento restante corresponde a un pibe que no pude preguntarle de donde era).
Todos sabemos lo que es pasar hambre, todos sabemos lo que darse vuelta de tanta droga, todos vimos alguna vez como la policia entra al barrio de cazeria, todos pertenecemos a una cultura aparte, que es la de quedar aparte de todos los eslabones de posibilidades de vida digna de esta sociedad.
Porque digo esto, asi como aumentaron la cantidad de policias en las calles y aumento el trabajo, aumentaron la cantidad de transas en los barrios y el bulto de la billetera de cada comisario, lo que permite que los cerebros de los pibes se manejen como por un instinto animal en busca de la droga. La droga en este caso y en todos los casos es la pasta base, la cocaina y las pastillas.
La droga te quita el hambre, para drogarse se necesita plata, para tener plata hay que trabajar, la unica oportunidad de trabajo es la de ahogarse doce horas diarias en una fabrica, pero como parte de nuestra esencia los excluidos en el fondo tenemos algo natural: el rechazo al sometimiento,
y entonces si ya venimos con una infancia ausente donde ya a los siete u ocho años vamos pero no estamos en la escuela, (escuela siempre precaria) y ya canalizamos en nuestro conciente lo que es una 9mm, la droga y lo que es robar, a los doce ya dejamos la escuela que nunca nos enseño nada , nos duele ver la familia que no tenemos, nos empieza a molestar el estomago que hace ruido y las zapatillas que hablan de tan rotas, y encontramos aliados de similar experiencia en cualquier esquina: asi empieza la aventura delictiva.
Tarde o temprano, casi siempre temprano, se conoce lo que es estar en cana, adentro uno no aprende nada porque las herramientas que hay son escasísimas, adentro la violencia es cotidianidad y entonces uno en vez de poder abrir los ojos de la consecuencia social que somos, nos perfeccionamos como delicuentes.
A esa altura de lo que menos tenemos idea es de lo que es vivir, simplemente somos mentes muertas en suspenso, por eso robamos y matamos sin conciencia.
¿Casualidad? Donde menos hay aparatos de contencion es en los lugares mas humildes de donde venimos y existen muy pero pocas oportunidades de poder desarollar alguna creatividad Artistica y no existen lugares para perfeccionarse en alguna actividad deportiva y tomarlo como arma para zafarle al dolor que arrastramos de herencia. Algo que podria ser basico para soñar otra cosa.
No hay salidas y las que aparecen tratan de taparla todo el tiempo.
Con un panorama tan cruel, tan inhumano, con tan poca perspectiva a futuro, con la idea de salir de caño hecha carne y de disfrazar con un par de nikes nuevas nuestra eterna pobreza, con el odio que recibimos diariamente de la televisión y de la gente, como quieren que no haya inseguridad...

Camilo Blajaquis.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Encerrado pero no anestesiado (todavía)

Me estoy acordando que estos seres también fueron balas en
La recamara de la marginación y te quema bastante el dolor de sus lunares, elijen la cumbia como anestesia eterna, prefiero su amistad ante que el reclamo de los decentes, porque aman la vida mientras se ahogan en ríos de lagrimas que esconden con posturas de guerreros.
Yo los miro y veo un espejo de rayos de tristeza, el que los culpa de algo es una estatua o una botella de plástico vacía y no habrá libro que les borre el hechizo que les puso el desprecio. La vida es muy simple si se aspira a nunca mandar y a la divinidad de todos, sino simplemente somos adornos de esta verdadera mentira.
Yo me cuido de las momias insensibles pero adoro los humanos que sonríen. Mi adicción es la duda, debe ser por la costumbre de tener enfrente un pelotón de fusilamiento, ahora entiendo para que se inventaron los cargos y este vidrio blindado, seguramente ideado para el castigo, seguramente nuestro peor invento. Porque veo el sol y no me deja sentir su calor, porque veo al mundo a una vereda de distancia pero lo siento a mil kilómetros.
Extraño el amor. Ese que consumen en el mundo. Mi situación física es un pause simplemente, esta gente cree ayudar pero en realidad es como sal a la herida y agranda las sonrisa del verdugo. Me niego a aceptar cualquier pauta, tengo millones de ideas para pagar el precio, pero me duele ver el futuro cercano de mis ranchos en el dolor de un penal o en el olvido de un cementerio.
Si nadie hace nada para cambiar algo, bánquense las muertes y los robos, su lagrimas de baja de imputabilidad no me conmueven, porque a nadie les conmueve nuestro dolor y sepan que tengo variedad de creaciones para transformar el resentimiento que me implantaron en belleza y comprensión y en lagrimas que no lloran el robo de un auto, sino que lloran el dolor ajeno.
Camilo Blajaquis.