lunes, 20 de octubre de 2008

PROYECTO ARQUITECTONICO

Pensé que un buen alivio sería
comenzar a diagramar un mejor formato
para el pabellón.
Como digno primer paso, selecciono el sector de las últimas
cuatro tarimas como la nueva plazito del barrio.
Inventé mi propio cine que ahora será la isla de cemento
que es nuestro comedor.
Por supuesto que este húmedo y despintado rincón donde se encuentra la tarima más oxidada e invadida masivamente de cucarachas y donde aprovecho para escuchar música y escribir es la nueva sala de expansión artística.
Como cada compañero de angustia carcelaria posee un gusto diferente, es gratificante saber que no se llegará a ninguna clase de discusión.
El que logre el privilegio de poder alucinar, podrá elegir si gritar a la nada de las siempre cuatro paredes o saltar al infinito de las siempre ventanas cuadriculadas. (antídoto necesario para evitar rabia de berretines. Señor remedio para el asma marginal del encierro).

Es hora ya mismo de abandonar esa maligna adicción de dejar que te consuman las horas, las eternas exactas rutinas del -y repito, otra vez-:¡ENCIERRO!;
-pensar en nada más que en salir,
-vivir todo el día dentro del mismo laberinto.

¿Quién puede superar el mundo propio que me inventé adentro de esta cueva?

Ninguna mante supuestamente sabia supera la riqueza en sentimientos naturales que tienen las charlas con los pibes que estan conmigo en esta verdadera porquería.
Ojalá el mundo haga trompo y desbarranque en la bankina de la vida y que todo se transforme, que encarcelen a los burócratas y a sus voluntarios esclavos, sus amigos, a sus alumnos que deliran ser profesores de la vida.

¡Sí, que cambie! Y que nosotros miremos el calvario que desencadenaron, desde atrás de un vidrio blindado.

1 comentario:

Unknown dijo...

con el último párrafo, logré conectarme con la angustia que sentiste, con la bronca y con el dolor...