FILMOGRAFÍA; "Diagnóstico Esperanza"(2013). "¿Qué Puede un cuerpo?" (2015). "Exomologesis" (2016). "Atenas" (2019). "Lluvia de Jaulas" (2019). "Castillo y sol" (2020). "Corte Rancho"(Canal Encuentro, 2013). Cortometrajes; "Guachines" (2014). "Truco" (2014). Autor de los libros de poesía; "La Venganza del Cordero atado" (2010). -"Crónica de una libertad condicional" (2011). -"Retórica al suspiro de queja" (2014). "Rectángulo y flecha" (2021). "El fetichismo de la marginalidad" (2021).
miércoles, 6 de enero de 2016
Les comparto una entrevista que me realizaron
http://tierraentrance.miradas.net/2015/06/entrevistas/%E2%80%9Cel-arte-nunca-deberia-aburguesarse%E2%80%9D-entrevista-a-cesar-gonzalez.html
¿Cuáles son los directores de cine que tomás como referentes?
Bueno es una pregunta dificil, yo tomo como parte de mi trabajo mirar cine lo más que pueda y todos los días miro películas, a veces más a veces menos, en casa y si me da el bolsillo también voy a salas, por eso para poder dar una respuesta debería dividir el tiempo histórico del cine, y si vamos a lo más clásico entre los directores que más me gustan puedo mencionar a Eisenstein, a Chaplin, a Robert Bresson, Luis Buñuel, John Cassavetes, Herzog, Wim Wenders, Tarkovsky, Glauber Rocha, Jean Renoir, Akira Kurosawa, King Vidor, Von Stroheim, Ingmar Bergman, Orson Welles, Carl Dreyer, Kusturica, Sokurov, David Lynch, Martin Scorsese, Stanley Kubrick, Coppola, Hitchcock, Godard, Truffaut, Eric Romher, y por sobre todo el neorrealismo italiano de Rossellini, Visconti y De Sica, ese hermoso movimiento de post segunda guerra mundial es de los que más me inspira, ese arte surgido entre el horror y los escombros de una de las peores masacres humana, el arte del cine contando historias de personas reales actuadas por personas reales, donde los actores eran huérfanos de guerra, soldados, prisioneros, viudas. Yo amo a todos los grandes directores de la historia del cine, y más a aquellos que han hecho películas que abrieron conciencias y que fueron valientes, animándose no solo a mostrar lo que no se quería ver sino la forma en que lo han mostrado, yendo en contra de lo que “debe ser”.
¿Entre los contemporáneos cuáles son los que seguís?
Los grandes directores de esta época que más me hacen vibrar son el chino Jia Zhangke, el mejicano Amat Escalante, los hermanos Dardenne, todo el Nuevo cine Rumano con directores como Mungiu, Puiu, Mitulescu, Radu Muntean, Corneliu Porumboiu y otros, me gustan muchos los italianos Sorrentino y Garrone, Lars Von Trier, Harmony Korine, Jim Jarsmusch, Los hermanos Coen, Steven Soderberg, Kim Ki Duk, el tailandes Weerasethakul, el filipino Brillante Mendoza, Michael Haneke, Mike Leigh, Ken Loach, Abbas Kiarostami, un director de Kazajistán llamado Sergei Dvortsevoy y también me parece muy humano y por lo tanto respetable el punto de vista de las películas de González Iñarritu. La lista podría seguir porque por suerte hay muchos grandes directores y seguro me esté olvidando de alguno.
No nombraste ningún director nacional
Con respecto al cine de acá, creo que si bien tenemos una gran tradición y una gran cantidad de directores reconocidos en el mundo, para mi podría ser aún mucho más con cierta dosis de sinceridad y desobediencia. Es como si tuviéramos todo pero nos faltara algo. Creo que parte del problema está en que el cine argentino se preocupa más por la técnica y la estética que por otras cuestiones como la actuación por ejemplo, como si nos preocupara hacer “grandes películas” más que buenas o profundas películas. Digo grandes en el sentido de que se gasta mucho en la logística empleada, se tarda muchos años en hacerse y el mensaje final del film suele ser es muy banal o moralista. En cambio yo pienso como John Cassavetes que decía “la parte técnica es el 8% de una película, el resto es puro sentimiento” y él era norteamericano y hubiese podido hacer otro tipo de películas y hasta reinar en Hollywood. Pero hacia películas con más sentimientos que perfección técnica, y sus películas son de las que más me gustan. Aunque también sueño tener la posibilidad de algún día poder hacer una película con muchos recursos técnicos, ya que hasta hoy he filmado con muy pocas herramientas.
¿Te identificás con el cine social militante de los ´70 como el “Cine de la base” o el “Grupo de Cine Liberación”?
Es innegable que los distintos movimientos surgidos en la década de los 70 en Argentina son una gran influencia, no hay que olvidar nunca que tenemos directores desaparecidos como Raymundo Gleyzer o exiliados como Fernando Birri, así que todos ellos merecen estar bajo sacramento por su coraje de poner el arte al servicio del pueblo. Pero hay una repetición y a la vez una diferencia. Al igual que ellos yo filmo en las periferias con la gente de las periferias, pero esta vez la cámara esta en mano de los siempre observados, esta vez filman los que siempre fueron filmados, actúan como son y no como alguien se imaginó que eran. Haciendo una comparación marxista te diría que es el proletario adueñándose de los medios de producción del patrón, ahora somos parte del plató nosotros mismos, la gente que apareció en el cine como mucho para hacer bolos o para limpiar justamente el plató, ahora son el equipo técnico. Ahora, esas personas siempre analizadas y sometidas a estudio deciden el corte final.
Además son otros tiempos, yo voy más por la ficción y no soy orgánico a ningún partido ni agrupación, pero al igual que ese movimiento mi cine pretende ser un grito de protesta y rechazo a este modo de vida, a este estado de cosas donde nos separan según la capacidad adquisitiva, donde nos dividen y como decía Marx “Nos asignan una clase social y eso determina el recorrido y la trayectoria de nuestra vida”.
¿Qué opinás del denominado “Nuevo cine argentino”?
Si bien hay películas excelentes que son bisagras de esa época como “Pizza, birra y faso”, “Mundo Grúa”, “Bolivia” o “Un Oso rojo”, yo no creo que haya sido un movimiento, más bien creo que fue cierta etapa en la vida de ciertos directores que hoy se mudaron de esas etapas, vaya a saber uno porqué, pero no me corresponde a mi juzgar a nadie. Además es algo a nivel general del arte y la sociedad argentina que lo que sucedió después del estallido del 2001 fue la calma, la calma también triunfa luego del huracán, la historia dice que es necesariamente así. Creo que fue más importante lo que sucedió en las vísperas del 2001, durante los 70, 80 y 90. Después del estallido del 2001 lo que hubo fueron los arreglos correspondientes de los vidrios estallados, con refacción de la ventana incluída. De una ventana con todos sus vidrios rotos donde cualquiera espiaba para adentro y se horrorizaba para inmediatamente arrojar un piedrazo, pasamos a esta época, donde el arte, a niveles generales como decía, ya no habla tanto sobre el estado de la ventana, algunos dicen que no hay mejor ventana posible que esta, otros aseguran que estamos peor que cuando la ventana estallaba por los piedrazos del pueblo y que solo liberando la economía se puede obtener realmente una ventana “como la gente”, y otros, siempre poquitos, que sueñan nuevas ventanas para nuevas casas y nuevos pueblos. Yo transito mi reflexión política buscando algo que se asemeje a una respuesta entre la primera y la última opción. Es complejo el tema, porque tampoco creo que en el actual estado de bienestar el arte no pueda manifestarse en su amplio esplendor.
¿Cuál sería la función del cine en esta época?
El arte nunca debería aburguesarse y cuando eso pasa se nota y mucho, y el pueblo empieza a confundir arte con entretenimiento o con otra cosa menos profunda. Cuando digo que el arte no debe aburguesarse lo digo entendiendo a este verbo no como una secta de personas con excesivo capital sino a esa parte de nosotros mismos que le pone límite a los deseos y que se burla de ese sueño loco de un mundo sin clases sociales. Lamentablemente pareciera que mientras más desolador sea el panorama social un arte más bello y comprometido nacerá, como sucedió en numerosos casos a lo largo de la historia de nuestra especie. Y en cine con ejemplo como los casos de Rumania, Grecia y México, que han sufrido en los últimos años políticas inhumanas de todo tipo y donde vienen surgiendo una gran oleada de grandes directores. En el nuevo cine de Rumania, un batallón de directores no necesariamente proletarios sino todo lo contrario, Mungiu, Puiu, Porumboiu, Muntean, entre otros, que nos invitan a mirar la actualidad de un país neoliberal con desigualdades masivamente más evidentes y obscenas que las acontecidas durante las décadas de gobierno comunista a pesar de su tiranía. Una Rumania donde en 1989 la protesta popular derrocó a un dictador feroz como Ceaucescu, y que seguramente no imaginaban que el futuro de esa rebelión sería esta actualidad neoliberal ¿o quizás si?. Otro ejemplo es la cantidad inmensa de nuevos directores mejicanos filmando en un país cada vez con más pobres y hasta con miles de desaparecidos cada año en plena era digital. Directores que denuncian sin temor la situación y dan la posibilidad de actuar a personas que sufren las problemáticas denunciadas en carne y hueso, como Amat Escalante o Diego Quemada Diez por mencionar los más conocidos. En Grecia lo mismo, es de público conocimiento su situación de los últimos años con ajustes económicos indiscriminados y de mucha protesta social y tenemos el surgimiento en ese contexto de nombres como los de Alexandros Avranas y Giorgos Lanthimos, dos directores ya reconocidos y premiados en Cannes y Venecia a pesar de ser muy jóvenes y tener pocas películas hechas cada uno.
Tu primera película “Diagnóstico Esperanza” llevó mas de diez mil personas a las salas. ¿Eso ayudó para la realización de “Qué puede un cuerpo”? Me refiero a conseguir productores concretamente, ¿Cómo lográs financiar tus películas?
En realidad la cantidad es mucho más alta, solo en el Gaumont que fue el único cine que pude conseguir, fueron más de 20.000 entradas cortadas en mi primera película.
Después recorrí todo el país presentándola en ámbitos chicos y muchos de ellos que no tienen que ver tanto directamente con el cine, como centros culturales, unidades básicas y espacios de ese tipo. Y si, gracias al éxito de mi primer película sumado a lo que me dio la gente a través de una convocatoria que hice en Facebook, pude juntar unos pesos, y a diferencia de mi primer film pude trabajar mejor y poder pagarle aunque sean cifras simbólicas a la gente, algo que en “Diagnostico Esperanza” no pude hacer, ya que fue hecha sin un peso, filmando en los ratos libres que los pibes no trabajaban y poniendo plata de mi bolsillo. La cifra que conseguí para mi segunda película de todos modos fue insignificante a lo que cuesta hacer un film cumpliendo ciertos requisitos básicos, pero fue mucho mejor que en la primera película. Igual mi vida confirma que no tener plata no puede ser un impedimento para hacer arte, si fuera así nunca hubiese escrito estando preso, donde estaba en una celda a veces muerto de hambre, a veces muerto de sed, a veces muerto de frio, y si el dinero hubiese sido la condición para crear, ni siquiera me habría animado a escribir una línea de un poema. Nací en la clase más baja, hijo de madre soltera, pertenezco a lo que sería el lumpen proletariado, vivo en una villa hasta al día de hoy y no por elección, sino porque mi economía no me da siquiera para poder alquilar, hace cinco años que salí en libertad y muchas veces la he pasado muy mal por gastar mi propio dinero en mis producciones, pero eso no me detuvo . Si bien los recursos técnicos fueron escasos y muchas veces hasta primitivos, hubo mucho sentimiento, hubo mucho esfuerzo por parte de todos, en cada rodaje todo los que participaban hacían varias funciones a la vez, hasta los mismos actores han ayudado en cuestiones técnicas de producción, de arte, etc. Mi familia también me ayudó mucho y el resultado por suerte ha sido positivo y con un gran recibimiento por parte de la sociedad, ya que me llegan todo el tiempo comentarios de docentes, estudiantes, militantes y personas comunes que me escriben diciendo que siga haciendo películas.
¿Con qué lenguaje te sentís más cómodo, con la literatura o con el cine? ¿Qué posibilidades ves en el cine que la literatura no te brinda?
No se trata de comodidad, pero me gusta más el cine. Por un lado son dos mundos diferentes y por otro lado un arte habita y convive con el otro, o siendo más precisos podríamos decir que en el fondo el cine es un descendiente de la literatura, por una cuestión nomás de observar que el cine recién acaba de cumplir 120 años desde la invención de los hermanos Lumiere y la literatura lleva siglos de existencia. En el cine la palabra está siempre, a veces hasta excesivamente y a veces el cine pareciera, como decía Artaud del teatro, no poder “liberarse de la tiranía del texto”, y la palabra gobierna aún en guiones mínimos, aun cuando no hay diálogo, mismo cuando el cine era mudo se ponían carteles para explicar la película, entonces la palabra aunque no esté implícitamente sigue gobernando desde un mundo invisible a la imagen y lo mismo a la inversa, la literatura es siempre imagen, sea poesía, cuento o novela, pueden ser imágenes realistas, psicológicas, absurdas, imágenes desconocidas hasta el momento que fue creada por el autor, como sucede también en el cine. Lo que sí creo es que el cine puede mucho más que la literatura, el cine es más popular que un libro, es decir lo consumen todas las clases sociales, hay sectores que no leyeron un libro pero que si vieron muchas películas. Alan Badiou dice que hasta los esquimales habían visto las películas de Chaplin y reído con ellas. A mi entender, somos una sociedad más volcada a la imagen que a la lectura, es la vista el sentido más usado y el que más ponemos en funcionamiento.
Tus películas tienen un formato cercano al documental. ¿Es deliberada esa búsqueda?
Es una pregunta que me la hacen mucho cuando presento la película y que me llama mucho la atención porque me encantaría conocer si existe la experiencia de directores que logren plasmar algo en pantalla surgido a través de una búsqueda deliberada, porque considero que de ser así estaríamos ante la teoría del arte que se hace por accidente o el arte que se hace solo sin intervención humana, el arte hecho por una mano divina y no por la de un sujeto, en mi caso cada segundo o fragmento atómico de mi arte es una decisión mía en el plano estético, político y sentimental. El formato de mis películas es ficción y coincido que el documental sobrevuela toda la película y eso pasa porque yo robo imágenes de la realidad misma, salgo a dar una vuelta por la villa y filmo lo que encuentro en ese momento sin haberlo planificado y por eso en cada película siempre aparecen planos generales del barrio sin tener quizás una función narrativa específica. Obviamente es una ficción bajo los criterios del realismo ya sea porque uso locaciones naturales y actores no profesionales y tématicas relacionadas a problemas sociales, pero no es un realismo absoluto. Construyo encima de ese territorio que pareciera ser el del documental un trabajo que busca exhibir otras cuestiones más abstractas y no tan formales. Por ejemplo trabajo mucho el primer plano y su relación con lo afectivo y lo sensorial, como diría Gilles Deleuze. Y si bien mi elenco está compuesto en su mayoría por actores no profesionales, es decir personas reales, les pido cosas de la actuación no tan realistas, donde quizás en un momento dado la indicación es “no parpadear durante un buen rato mirando al horizonte poéticamente”, aunque tambien tengo actores profesionales que hacen un teatro más corporal y que les es más fácil entender lo que les pido. Por lo tanto puedo decir que son ficciones realistas con apariciones constantes del documental y atravesada por elementos no realistas, más abstractos y poéticos.
Por lo general en el cine se toma a las villas como un lugar excluyente de delincuencia y drogadicción. Vos mostrás otra realidad. ¿Tu objetivo es cambiar ese paradigma?
Delincuencia y drogadicción en las villas hay, como las hay también dentro de una multinacional o del congreso. No hay que ser hipócritas tampoco, yo soy de una villa y fui delincuente y drogadicto. No sirve de nada decir que no hay, el problema está en que si bien son muy pocos los delincuentes y drogadictos lo que está instalado es el discurso de que en las villas son todos chorros, asesinos y violadores. Si eso fuera así estaríamos hablando de millones de asesinos y violadores sueltos solamente en la provincia de Buenos Aires, ya que son millones los seres humanos que viven en villas. La cantidad de trabajadores que viven en una villa es ampliamente superior a la cantidad de “pibes chorros” pero el imaginario popular, sometido al manejo ideológico de las corporaciones mediáticas, cree que la estadística es al revés, que en las villas lo que sobreabunda son chorros y vagos. Si fuera así no habría tanto edificios construyéndose por falta de albañiles y todos los baños rebalsarían de mugre por la ausencia de limpiadores, entre tantas tareas que cumplen las clases más bajas de la sociedad. Pero yo no tengo como objetivo cambiar ningún paradigma, y no creo que eso pueda ser posible de realizar por una sola persona, pero lo que si creo es que el cine tiene mucho poder y ese poder es que todos en el mundo miran películas. El desafío es, por un lado, que esos espectadores vean y sepan que hay otras películas que no son las espectaculares hollywoodenses y, por otro lado, el desafío está en suministrar esas películas que nos ayuden a conocer realidades lejanas, ocultas y malinterpretadas, cuando la demanda es de otro tipo de películas.
¿Cómo hacés el casting de tus películas?
Hasta ahora nunca hice casting, todos mis elencos siempre fueron gente amiga de acá del barrio o personas de afuera de la villa que fui conociendo y con las que fui construyendo un vínculo desde que salí de la cárcel, con todos compartimos el deseo de hacer algo, todos se acercaron a querer sumar de alguna forma y así a medida que pasan las películas, aparecen nuevas personas a las que ya estaban, porque se acercan, por sobre todo, con ganas de estar activos en la vida. Trato de mantener un elenco estable, porque van conociendo más lo que pretendo yo de la parte actoral que es donde más me gusta explorar. También me gusta que se sume gente nueva, lo principal es que nos una las ganas de hacer algo, de movernos, de sacudir el espíritu y el corazón. Además todos vienen trabajando casi ad honorem y eso solo pasa cuando hay una motivación distinta.
¿Pensaste en usar un actor conocido, más mainstream, para llegar a más público?
Si alguno quiere acercarse será bienvenido, pero yo no voy a buscar a nadie, porque no creo que sea condición inevitable para convocar más publico contar con uno, aunque si puede ser un elemento de atracción para el espectador habitual de las grandes salas. Creo que también se puede lograr la masividad con actores desconocidos, pero si viene uno conocido a querer sumar estaré agradecido también.
En “¿Qué puede un cuerpo?” el cartonero encuentra un libro de Deleuze, lo guarda y sigue laburando. ¿Es una muestra de las oportunidades que te puede presentar la vida o de las distintas búsquedas que uno puede hacer?
Sin dudas, Deleuze decía “la vida nunca está donde uno se la espera” y yo confirmo eso, porque no esperaba encontrarme con la vida en “la tumba” como se llama popularmente a la cárcel, tomé conocimiento de lo que podría ser una vida allí donde lo que abunda es la muerte. Por eso la escena donde el cartonero encuentra un libro entre otros cartones. Así como el cartonero no esperaba encontrarse ese libro, yo tampoco esperaba encontrarme lo que encontré en la cárcel, deseos dormidos en mi, la pasión por la lectura, y animarme a ver todos los poderes represivos que actúan sobre un pobre desde que nace, tomar el valor de contradecir ese destino impuesto e inevitable de esclavitud moderna. No temer expresarlo, no tener miedo de transmitirle a otros que se puede despertar hasta de la pesadilla más profunda, que esa pesadilla no tiene ningún duende ni monstruo más que nosotros mismos, los seres humanos. Yo estaba también dormido y crecí creyendo que era natural la pobreza y que todo era culpa de mis viejos, pero cuando uno se informa sobre la historia descubre que sus viejos fueron pobres porque sus abuelos también lo eran, que yo por nacer en una villa estaba condenado a ser pobre y solo me quedaba mirar por la televisión lo que sería un hogar y una familia con una linda casa y un lindo auto. Crecí mirando con dolor la televisión porque todos los modelos de vida familiar que mostraba nunca se parecían en nada al que se vivía en la villa donde el máximo sueño es conocer un “patrón bueno” y estarle siempre más que agradecido si te da “la posibilidad” de ser su empleado. En fin, fue en la cárcel el encuentro con la vida, pero no quiere decir que la cárcel me sirvió o sirve para algo, yo tuve que tener mucha imaginación, paciencia, amor al otro y amor a los pibes para no dejarme llevar por el odio y la violencia que la cárcel te incrusta en tus huesos. La cárcel no sirve, su función consiste en alejar de nuestros ojos el problema, abandonarlo en la distancia y que lo que gobierne sea la venganza, donde se ejerce sistemáticamente la violencia sobre los cuerpos, la antigua ley del talión del “ojo por ojo, diente por diente” pero institucionalizada y extendida por miles de establecimientos, ya que no existe una cárcel donde no se torture, donde no se aplique la venganza por los delitos que se imputan y que muchas veces no se comprueban. La función de la cárcel nunca fue mejorar a nadie ni nada, sino aliviar la sed de revancha de la ciudadanía sobre aquel que roba, o mata, ya que a la ciudadanía nada le molesta y le produce más repulsión que el hecho que un morocho le robe, nada nos hace más intolerantes, por más que existan otros delitos. Obsérvense los linchamientos de este último tiempo, generalmente son siempre a pibes chorros, no a violadores o políticos y empresarios corruptos, que cometen delitos como los pibes chorros pero que jamás se les aplica el ojo por ojo carcelario. En mi caso nada de la cárcel me ayudó en algo, nada fue más difícil que no estar lleno de odio después de ciertas experiencias vividas ahí adentro, simplemente fue allí en un penal donde me re-descubrí y dejé de ser una gota para ser un rio, de ser un futuro incierto a ser puro devenir rizomático, donde todo puede cambiar inmediatamente, pasé de ser un cuadrado a ser una línea de fuga, empecé a diseñar el plano de mi vida, un plano nuevo donde dejé de someterme al estudio de muertos que analizan y a crear mis propios conceptos a la hora de pensar todo, desde mi vida en particular a la sociedad en general, siempre creyendo, siempre aferrado a la creencia que yo podía y puedo ser algo mejor. Pero para saber descifrar que es posible un acontecimiento inesperado en nuestra vida hay que tener mucho amor y paciencia, que son cosas que paradójicamente aprendí a sentirá dentro de la cárcel, donde el rol a cumplir es la negación absoluta del amor, donde te obligan a vivir peleándote con los otros presos que son los pibes que vienen de vivir el mismo trayecto que vos, que se criaron entre pobreza, soledad y rechazo al igual que vos. Una carnicería humana como forma de pago, un carnaval de sangre y desprecio, la violencia institucional para resarcir la violencia individual, crueldad sistemática considerada necesaria. Y para vencer esa crueldad hay que tener mucha paciencia y amor, porque si no es muy fácil volver a odiar, se requiere mucha lucidez y dedicarle el tiempo a proyectar cosas, a tratar de aprender a vivir mejor y no dejarse tentar por el odio que puede surgir para hacernos caer en pozos muy oscuros.
Corte Rancho, tu serie de tv, persigue el mismo objetivo que tus películas, ¿ Va a tener continuidad?
Si, claro, el objetivo es el mismo, la diferencia está en el formato, esto es un programa de televisión corto, son solo 4 capítulos de 13 minutos cada uno, por lo que intento lograr un ritmo televisivo que es mucho más narrativo que mi cine, más directo en lo didáctico, con la mayor cantidad de personas diferentes expresándose cotidianamente. Ahí no se actúa, los que aparecen responden con sus palabras a las propuestas del programa que siempre buscan ser conceptos precisos como “el lenguaje”, “la tecnología”, “periodismo”, “arte” que fueron las temáticas planteadas a los participantes en los diferentes programas de la primera temporada. Y si, por suerte estoy trabajando en la preproducción de un nuevo programa, con otro nombre y con una estética similar pero no idéntica a la de “Corte Rancho” que seguramente tendrá su estreno cerca de fin de año por Canal Encuentro.
¿Para qué sirve el arte?
El arte sirve para vencer a la muerte, según Deleuze. A mi me salvó y con la cantidad en aumento de pibes y pibas de villas que se van sumando a mi proyecto se demuestra que también salva a otros. En palabras de uno de los grandes cineastas soviéticos, Tarkovsky, “El arte consiste en explicarle al hombre y la mujer cuál es el sentido de la vida y el objetivo de su existencia en nuestro planeta, o quizá no explicárselo, sino tan solo enfrentarlo a esos interrogantes”. Y tenía razón, el arte siempre nos enfrenta a distintos interrogantes, en mi caso en particular diría que mi arte interroga a aquellas causas en lo más profundo del océano social donde se determina que un pibe tenga que salir a robar o matar por algo material, y se pregunta ¿Cuáles son los mandamientos de nuestras tablas de valores morales? ¿Todos los seres humanos tienen el mismo precio?
La pregunta de ¿Para qué sirve el arte? es muy compleja, porque puede servir para distintas cosas, y en el mismo mundo conviven diferentes formas de utilizar el arte, puede ser un instrumento de dominio masivo donde la virtud artística esté aprisionada en beneficio de lemas y baluartes egoístas, narcisistas y caprichosos, donde nuestra máxima creatividad esté al servicio de la opresión, como a la vez puede servir para aumentar el conocimiento de una sociedad de ciertas tragedias y masacres ignoradas. Puede servir para penetrar en los suelos menos explorados de las masas, nuestro ser, nuestro pensamiento, nuestra capacidad. Yo soy de los que creen que el arte es donde mejor se expresa la potencia infinita de crear que nos habita, es el camino más rápido para acceder a la conciencia humanista, el arte es un ideal de igualdad y de un mundo más justo y bello, un lenguaje desconocido pero posible de entender para cualquiera, un instante donde se puede ablandar hasta la piedra más dura.
¿Ya tenés pensada tu próxima película? ¿Y tu próximo libro?
Ya estoy trabajando en mi tercer película, lo único que puedo decir por ahora es que, a diferencia de las otras dos, en esta hay más presencia de la mujer y que cumplen los papeles protagónicos. Por otro lado hace unos días publiqué un tercer pequeño libro de poesía, llamado “Retórica al suspiro de queja” por Ediciones Continente, que también fueron quienes editaron mis primeros 2 libros.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario