domingo, 12 de abril de 2020

La espalda de una amistad.


Enojada la lluvia empezó a caer justo un momento después del último disparo. Un rayo hizo temblar toda la zona cuando el policía se acercó sin dejar de apuntar hacía el cuerpo tendido en el piso, de una elegante vereda de baldosas con forma de estrellas.
-¿Está muerto?-. Preguntó su compañero desde el patrullero. Asintió con la cabeza, sin dejar de apretar firmemente su arma con las dos manos. Dio vuelta al cadáver para verle la cara a su víctima y casi el arma se le cayó de las manos, a quién había asesinado era a uno de sus mejores amigos de la primaria. Sintió un pequeño magnetismo que lo arrastraba hacía adentro, casi le gana la desesperación pero rápidamente encontró que su acción estaba justificada. El mismo clamor social era su respaldo. Pero desde las profundidades de su cabeza lo perturbaba un sonido. Pidió una ambulancia. Sus ojos no podían desclavarse de esos otros ojos ahora inertes y secos, de su viejo amigo. Recordó un dato que le pinchó la nuca, cumplían años con 3 días de diferencia, se agachó y como pudo prendió un cigarrillo, la lluvia ahora eran latigazos a causa del viento, fumó con fuerza para que no se apague. A su espalda su compañero lo quedó mirando desde el patrullero, no adivinaba pero intuía lo que estaba pasando. Gritó desde su lugar;
-¿Lo conocías?
-No, no lo conocía. Fui su amigo.
Valentino y Tiziano vivían a menos de 50 metros de distancia en un barrio popular. Fueron a la escuela juntos y también compartieron algunos años de futbol infantil. Valentino era arquero, Tiziano un delicado 5. Una tarde de invierno, Tiziano, en el segundo recreo de la escuela tuvo problemas con la banda de Séptimo grado, 2 años más grandes que ellos. Cuando ya estaba acorralado, ya había recibido algunos cachetazos y un gigante estaba a punto de aplastarlo, apareció Valentino y en un salto le abrió la cabeza con una virgen de macizo yeso al gigante, que luego de unos pasos en falso perdió el conocimiento para el susto de todos. Al otro día Valentino era el personaje más aclamado de la escuela, mientras el líder de la banda de séptimo se quedó en su casa, avergonzado de aparecer con un moño blanco en su cabeza. Valentino fue suspendido 2 días, la virgen no sufrió un rasguño gracias a la calidad del material con la que estaba hecha. Ahora era respetado y querido por haber saltado en favor de un débil.
Esa no había sido la primera vez que uno acudía en rescate del otro, elevada era la cantidad de peleas, de guerra de piedras contra enemigos del mismo barrio o que se cruzaban en alguna plaza. Pero no eran el clásico dúo de acero, se veían muy cada tanto por fuera del ámbito escolar. La disciplina familiar con la que era criado Tiziano lo impedía. Su padre era albañil y su madre empleada de limpieza. Ambos estrictos practicantes del evangelismo criaban al mayor de sus 3 varones con leyes de fuego. Pero no vivía en una burbuja, sabía manejarse muy bien en la calle y gracias a ir a karate desde chico tenía un comodín para manejarse en ese mundo. Valentino en cambio vivía bajo otros colores, era el mayor de 4 hermanos, único varón, y quedaba siempre al cuidado de las 3 niñas, ya que su padre estaba preso desde hacía mucho tiempo y su madre siempre se la rebuscaba trabajando de distintas cosas o saliendo a cirujear, aunque solía derrochar parte de su pequeño sueldo en el bingo. -Al menos tengo una relación rara con la suerte, hay gente que tiene solo relaciones malas con ella- Decía y no era una exageración, había días donde efectivamente le iba muy bien. A pesar de vivir en un pequeño rancho con techo de chapa, con solo 2 piezas y un improvisado piso de cemento, la casa contaba con algunos relucientes electrodomésticos, arribados después de alguno de esos momentos de buena suerte. Pero el azar y la contingencia eran luego del resultado favorable, en la incertidumbre o en la ausencia de la providencia pasaban meses enteros de arroz o de fideos hervidos, ya que también debían tratar de ayudar con lo que se podía a su padre enjaulado. Cuando Valentino cumplió 14 años no tuvo ningún regalo, no hubo para ninguna torta ni fiesta alguna.
En sus pies había unas zapatillas muy gastadas y ambas con su pico ya descocido. Su mamá también cumplía, pero 6 meses de no conseguir un empleo. Habían vendido la mayoría de los electrodomésticos. Valentino había defendido a capa y espada al televisor, pero un incendio cerca había arruinado la conexión clandestina del cable. Así que como autoregalo de cumpleaños decidió venderlo. Con ese dinero alcanzó a comprarse unas zapatillas de imitación que a la semana se le habían roto. Quizás eso fue un quiebre. El desembarco en la pubertad, la adolescencia superior generaron en él una severa angustia. No supo soportar más la miseria de su casa que ahora ya no contaba con el consuelo de al menos contar con algunos aparatos. La suerte parecía haber renunciado indeclinablemente  a volver a aparecer por la vida de su madre, que había empezado a gastar en alcohol los pocos ahorros cosechados a lo largo del tiempo. Valentino nunca fue de drogarse y tomaba muy poco alcohol, todo el dinero que conseguía en sus robos iba para renovar su vestuario, comprarse perfumes, sentir en algo la fragancia del capitalismo. Tiziano y Valentino estuvieron bastante tiempo sin  verse ya que el segundo había dejado la escuela hace 2 años, recién se volvieron a encontrar cara a cara para los 15 de una amiga en común. Valentino vestía con ropa reluciente y recién comprada, Tiziano en cambio había ido con uno de los 2 o 3 vestuarios fijos que tenía. Sintió un poco de envidia al verlo al otro vestido así, además rápidamente se dio cuenta de donde había sacado la plata. Pero ya adentro bailaron, sonrieron y tomaron con genuina camarería. Al finalizar el cumpleaños una lluvia furiosa sorprendió a Tiziano mientras volvía caminando a su casa. Temblaba de frío, era otoño y había ido al cumpleaños en remera. Desde atrás apareció Valentino tirando corte en una moto.
-¡Subí amigo que te llevo hasta el barrio! Tomá, ponete esta campera.
Fue bendita esa aparición, estaban como a 30 cuadras del barrio y el diluvio hizo que Valentino tenga que hacer muchas maniobras jugadas subiendo y bajando de veredas, frenando incluso a veces para buscar refugio. En una de esas paradas, mientras observaban la furia del agua pinchando el asfalto, volvieron a recordar el día de la virgen abriendo la cabeza de ese Goliat del séptimo grado. Unas bellas carcajadas se mezclaron con las primeras sonatas de los pájaros. No se fueron a dormir, se quedaron ranchando en una esquina con otros pibes y pibas. Tiziano sacó de un bolsillo una bolsa de merca, se tomó un pase y le ofreció al resto, para su desgracia casi todos aceptaron, menos Valentino.
-Esa mierda te arruina amigo, no sabía que tomabas, cuando se entere tu papá el pastor te va a matar- Reprochó molesto.
-¿De quién te pensás que aprendí?- Valentino quedó perplejo, no podía relacionar la imagen de un adicto a la cocaína con la de ese padre severo, disciplinado, que parecía que hacía todo bien y se la pasaba sermoneando a todo al que cruzaba. Valentino no sabía que la inmaculada familia de Tiziano había comenzado a desintegrarse, ya no iban a la iglesia y la madre había abandonado a su padre, cansada de los golpes y las humillaciones. Valentino se fue a dormir, pero el resto se quedó en la esquina. Esa tarde lo detuvieron, porque en una de las razzias caminantes de la gendarmería por el barrio le encontraron dos balas, una en el bolsillo de un pantalón Adidas rojo, la otra en una de sus medias. “Es para la suerte” les dijo a los gendarmes. Pasaron 2 años de ese amanecer en la esquina hasta que Tiziano y Valentino se volvieron a cruzar. Fue en un colectivo. Valentino iba a comprarse ropa y Tiziano volvía con su bolsito de la academia de policía.
-¡Te hiciste ortiva amigo!- Tiziano no era el mismo, sin mover un musculo de la cara le respondió;
-Ningún ortiva amigo, un servidor de la comunidad-. Todo el colectivo escuchó esa frase y casi hubo un aplauso, lo miraron con pleitesía. Valentino se rio y un poco odió su alrededor. Antes de bajar Valentino con picardía le gritó a su amigo y a todo el colectivo;
-¡Mirá que el uniforme no te borra que sos un villero!-. Esas palabras no hicieron ningún eco positivo en Tiziano, más bien todo lo contrario. Lo enfurecieron, le molestó que le recuerden de donde era en público, en los meses que llevaba de formación lo había ocultado a sus colegas, trataba de refinar su vocabulario, se esforzaba por formatear el pasado. Aunque no había dejado la merca, y según había escuchado de la mayoría de sus compañeros era una droga fundamental para su trabajo. Te mantenía despierto y alerta para las guardias largas y habituales de un oficial. Te daba adrenalina y hacía que todo sea menos aburrido. Sus padres se reconciliaron y una de las motivaciones fue la alegría de ver a su hijo con un uniforme. Iban los 3 juntos a la iglesia. Para su sorpresa el barrio recibió con brazos abiertos su profesión elegida. En los almacenes le regalaban mercadería, lo saludaban casi todos los vecinos, lo felicitaban, lo aconsejaban, aprovechaban cada vez que se lo cruzaban para denunciar y blasfemar contra otros. Más pibes del barrio y sus hermanos menores le siguieron el ejemplo y decidieron anotarse en la fuerza. A Valentino pasaron meses y no se lo cruzó.
-Mató a un soldado de un transa y se tuvo que ir del barrio, él y toda la familia, le prendieron fuego la casa.- Le contó uno por ahí. El orden social de la villa había cambiado, ahora se adulaba a los policías y los transas eran los que tenían el poder real y simbólico. Todo al revés de como eran las cosas en su infancia.
-¿Y sabes en que barrio anda?
-Acá cerca.
Ese jueves de otoño empezó con nubes y pequeños truenos que anunciaban una tormenta, la luz era opaca y la humedad espesaba todo. Tiziano y Valentino acababan de cumplir 20 años y ambos sentían que habían nacido para esto. Arriba del patrullero Tiziano era el copiloto, luego de unos mates y unas medialunas, el dúo policial aspiró cada uno por su lado tres fragmentos del veneno color nube. Por la radio avisaron que estén atentos a una moto negra, con “dos masculinos de 20 años aproximadamente, quien maneja lleva una campera Azul, posiblemente armados, vienen de hacer una salidera”. Prendieron las sirenas y el patrullero salió arando, como hacen los pibes chorros cuando se roban un auto. A las 5 cuadras casi chocan a la moto que buscaban, pero no eran 2, sino solo el que manejaba. Empezó una persecución.
Ni 50 metros duró, cuando Tiziano que iba del lado del copiloto saco su arma reglamentaria por la ventana y empezó a disparar, los 3 tiros que salieron de su arma dieron en la espalda de Valentino a pesar que este iba por la vereda aprovechando su experiencia de contorsionista en la conducción de rodados. Tiziano, desde el comienzo de su formación, había demostrado una relación afectiva con la puntería.
Valentino había descartado su arma con su compañero, quien también logró huir con el botín. Tiziano en ese momento no lloró, los vecinos de la cuadra que salieron y acudieron al lugar de los hechos empezaron a aplaudirlo y a expresar loas. Dos vecinos escupieron el cuerpo a la altura de la cara, una chica muy joven lo pateó para luego maldecir haber manchado sus relucientes zapatillas con la sangre del “malviviente”. Cuando Tiziano pudo después de todo, estar sin gente cerca, en el lecho del sueño, solo con la noche y los misterios, rompió en un llanto leve, le habrán caído como mucho 4 lagrimas. El detalle que lo atormentaba era haber matado a su amigo y que este justo lleve puesta en ese momento la campera con la que lo había salvado y asistido en el pasado, en otro día de lluvia furiosa. Tiziano a los pocos días fue recibido por el mismísimo intendente, lo ascendieron, se mudó de inmediato, se compró una muy buena moto y en su ropero ya tiene varias elegantes camperas.



3 comentarios:

bidireccional dijo...

No caerá nunca un gota de lluvia ante los ojos de Tiziano sin que a este se le siga resecando el alma, como se secaron los ojos de Valentin. Gracias por esta película en palabras.

WENDY L dijo...

Después de pasar horas buscando en Internet sobre cómo conseguir mi amante de nuevo me alegré de que me puse en contacto con el Dr. Adeleke Sin perder mucho tiempo me gustaría escribir los detalles del Dr. Adeleke cuyos detalles ha hecho un gran favor a mucha gente, Ellos a través de correo electrónico: aoba5019@gmail.com o WhatsApp él +27740386124

Julieta dijo...

Hola Camilo! Hola César!
Soy Profesora en Letras.
Uso tu obra con mis alumnes de escuela secundaria.
Me encantan tus relatos!